Señor, si en la borrachera te ofendí
En la cruda me sales debiendo
Frase popular
Por Gandhi
El gobierno del estado encabezado por el médico Fernando Toranzo Fernández ha caído en una especie de somnolencia moral y política que preocupa, aunque por lo general no tengo ningún problema con la mediocridad de los políticos, lo cierto es, que tanta estupidez llega un momento que termina por hartar a un pueblo que se está cansando de revolcarse en la misma porquería desde hace ya varios años.
Toca el turno ahora a un personaje polifacético y de distintas personalidades, ha cobrado relevancia en este gobierno por sus apariciones públicas denunciando la soberbia y excesos del secretario de gobierno y su secretaria ejecutiva.
En este gobierno hasta el quelite se ha institucionalizado, no hay moral.
Pero bueno, vayamos al asesor y próximamente la pulga en la oreja del gobernador del estado.
Si algo sabe manejar Leonel Serrato es la doble moral y la intriga, largo es su historial al servicio de las figuras públicas en San Luis Potosí, desde la resistencia civil con el viejo líder civilista Salvador Nava Martínez, que por aquellos años enfrentaba estoicamente la ostentosa campaña para gobernador de Fausto Zapata Loredo.
La derrota se convertiría en victoria, pues a la caída de Fausto Zapata Loredo, catorce días después de su toma de protesta se comenzaría a fraguar la llegada al poder del esposo de su hija Concepción Guadalupe Nava de Sánchez, mejor conocido como “el tribilín”. Transcurridos los interinatos de Gonzalo Martínez Corbalá y Teófilo Torres Corzo llegaría al poder Horacio Sánchez Unzueta y con él una horda de pequeñas figuras vinculadas con el navismo.
Por lo general así es la lucha por el poder, disfrutan de la cosecha quienes poco colaboraron en la siembra.
Mentecato y pusilánime, el gobierno de Horacio Sánchez Unzueta fue muy similar al que transcurre, fuera de algunos asuntos policiacos que exhibieron la deficiente impartición de justicia no sucedió gran cosa, podría decirse que es una página pérdida en la historia de San Luis Potosí.
Al final de su periodo obsequió generosamente al hoy asesor del doctor Fernando Torasno una notaría pública, sin experiencia previa en el medio, sin exámenes y simplemente por la voluntad del gobernador, Leonel Serrato obtuvo el Fíat.
Al parecer todo prejuicio moral que haya tenido el ahora notario público se borró de un plumazo pues acepto con agrado y de buena manera el regalo prometido, dudo mucho que si el doctor Salvador Nava hubiera vivido para ver esto no solo estoy seguro que rechazaría la subasta de la dignidad navista sino que además probablemente estaría sentado en la plaza de armas exigiendo la renuncia de aquellos que aún lucran con su nombre.
Mucho menos, creo que en la peor de sus pesadillas imaginó que sus hijos tragarían del mismo plato que Fausto Zapata Loredo y con ellos precisamente quien fuera el principal orador de su última cruzada: Leonel Serrato.
El hambre y la desmemoria.
Fernando Toranzo no niega su pasado navista pero tampoco lo honra con sus acciones.
Lejos de ironizar los curiosos pasajes de la historia de San Luis Potosí, es preocupante que el jefe del ejecutivo no muestra tener un proyecto claro de gobierno o por lo menos algo de autoridad. El médico es rehén de sus colaboradores y asesores, pero aún, es rehén de los vicios de sus cercanos como precisamente nos referiremos en esta ocasión a quienes en su equipo padecen la enfermedad del alcoholismo.
El alcoholismo es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol etílico, de tal forma que existe una dependencia física y sicológica del mismo, se manifiestan más claramente los síntomas del padecimiento cuando se interrumpe o no es posible su ingesta.
El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.
Hasta el momento no existe una causa común conocida de esta adicción, aunque diversos factores pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo y las evidencias muestran que quien tiene un padre o madre con alcoholismo tiene una mayor probabilidad de adquirir esta enfermedad.
Esto se debe más que al entorno social, familiar o las campañas publicitarias, a la presencia de ciertos genes que aumentan el riesgo del alcoholismo.
A este padecimiento se asocia como principales conductas la necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión, baja autoestima y la necesidad de ser aceptado socialmente.
Estudios recientes revelan que hay dos tipos de dependencia del consumo del alcohol, una psicológica, sobretodo relacionada con problemas afectivos y de relaciones personales que el adicto ha sufrido a lo largo de su vida.
La segunda es una necesidad física que se revela, entre otras cosas, porque en el momento en que se interrumpe la ingesta, se presenta casi de manera inmediata el llamado “síndrome de abstinencia”.
El síndrome de abstinencia se caracteriza primordialmente por temblores en los dedos, lengua y extremidades, sudoración, taquicardia, ansiedad, irritabilidad, nauseas, vómito, falta de apetito, insomnio e inclusive alucinaciones visuales o auditivas.
Dentro de la dependencia física al alcohol se pueden apreciar dos formas distintas de beber, en la primera el enfermo requiere consumir a menudo bebidas embriagantes.
En la segunda llamada “dipsomanía” tan común en nuestra juventud actual, en ella se alternan periodos de abstinencia relativamente prolongados pues el paciente puede durar hasta una semana o más tiempo sin beber pero con severas recaídas.
La dipsomanía es considerada dentro de los padecimientos que generan un síndrome de dependencia muy similar, al del consumo de las drogas.
Un dipsómano difiere de un borracho ocasional cuando se presentan ciertos síntomas, el deseo intenso o compulsión por consumir alcohol es el primordial.
Posteriormente disminuye la capacidad para controlar o interrumpir el consumo de bebidas embriagantes.
El aumento progresivo de la cantidad o concentración de las bebidas para obtener los mismos efectos que anteriormente se conseguían con dosis más bajas.
El abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversión termina por ser una de las consecuencias más inmediatas.
El enfermo siempre persiste en su adicción a pesar de las consecuencias perjudiciales que ocasiona física y mentalmente.
Especialistas coinciden que la persona que padece de alcoholismo crónico por lo general actúa de manera pasiva y paulatinamente desgasta sus relaciones sociales y provoca severos daños al organismo.
En contraparte el dipsómano tiene un comportamiento que durante la abstinencia puede parecer normal pero en los episodios de alcoholización se vuele explosivo, no controla su conducta y es violento, de tal suerte que no es extraño verlo involucrase en peleas y percances automovilísticos en los que peligra la vida.
Hace algunos meses precisamente fue el actual asesor jurídico del gobierno estatal quien fue encontrado en estado inconveniente en un reten anti alcohol que el honorable ayuntamiento de Soledad de Graciano Sánchez instala cada fin de semana y cuando se les ocurre para garantizar la seguridad de los habitantes del municipio y de quienes por ahí circulen en su vehículos.
Ipso facto y apenas abrió el hocico el brillante notario, una molécula de etanol viajo hasta los orificios nasales del oficial de tránsito y el largo brazo de la ley cayó sobre sus hombros.
Después de suplicar algunos minutos por un trato más condescendiente dada su condición de hombre de letras descubrió que la ley es la ley y no se parece a nadie. Afortunadamente las celdas de la barandilla en el vecino municipio ya no son como antaño. En nuestros días Soledad es un municipio progresista donde se privilegia el respeto a los derechos humanos y por encima de color, condición económica o preferencia sexual, esta el respeto a la dignidad humana.
Caso contrario cuando fue trasladado a las mesa del ministerio público adscrito a transito en las instalaciones de la Procuraduría General de Estado, ahí no hay derechos, no hay ley, no hay lástima.
Mucho menos porque por aquellos aciagos días cada jueves se investía de pureza el ya popular notario y se transformaba en algo así como un superhéroe urbano, con discurso bajo el brazo despotricaba con certeza contra el gobierno de su majestad Marcerdo, lo acusaba entre otras cosas de proteger al crimen organizado en nuestro estado.
Estadísticamente mueren más personas en el país por accidentes de tránsito, enfermedades y alguna que otra situación estúpida provocada por el consumo y abuso del alcohol que por la guerra contra las drogas.
Las bebidas embriagantes son la industria que patrocina el deporte; el poder económico y político que ha obtenido los convierte en un poder fáctico tal vez el más importante que la televisión, lucran con el vicio del pueblo gracias a una droga legal.
El alcoholismo supone un serio riesgo para la salud que a menudo conlleva el riesgo de una muerte prematura como consecuencia de afecciones de tipo hepática como la cirrosis, hemorragias internas, intoxicación alcohólica, hepatocarcinoma, accidentes o suicidio.
Las defunciones por accidentes relacionados ocupan los primeros lugares entre las causas de muerte, la secretaria de salud reporta que el 70 % de las muertes son por accidentes de tránsito de este tipo y es la principal causa de fallecimiento entre los 15 y 30 años de edad.
Todo esto me lleva a reflexionar sobre la percepción de nuestros políticos y el nivel de responsabilidad que le concedemos a una persona cuando lo elegimos gobernador o alcalde.
Por ejemplo, si el doctor Toranzo se dispusiera a realizar una cirugía y yo me percatara que se encuentra en estado de ebriedad, evidentemente no le permitiría ingresar a un quirófano, mucho menos confiaría en su criterio para elegir al personal que lo acompañará en la operación.
En este caso específico es complicado no imaginar al médico conduciendo en estado inconveniente el gobierno del estado, acompañado por los alcohólicos más diversos que recién han comenzado a sacar sus traumas del baúl de los recuerdos.
Tanto el médico como el notario comparten un pasado de sumisión, francamente esperan el momento de la revancha y no medirán consecuencias al igual que sucedió en el gobierno fascista de Horacio Sánchez. Comparten los vicios, compartirán el momento y la venganza.
Bastardos sin gloria.
Dicen que las comparaciones son odiosas pero la verdad son mis preferidas.
Nuestro gobierno sufre una suerte de alcoholismo crónico, si en algún momento el médico, que en este caso sería el indicado para resolver el problema, lo primero que debe es hacer es reconocer que se está en un error, exactamente igual que lo hace un alcohólico.
Existe una sencilla fórmula para averiguar si se está consumiendo una cantidad excesiva de alcohol, consiste en multiplicar la cantidad de bebida en mililitros por el numero de grados de alcohol de la bebida que se está consumiendo y a su vez por 0,8, y este resultado se divide entre 100 para conocer los gramos de alcohol de la bebida en cuestión.
Se sabe que 40 gramos para los hombres y 32 para las mujeres ya es un consumo excesivo diario, sugiero entonces que de forma muy practica los integrantes del gabinete estatal se apliquen un examen simplemente para ir desarrollando un diagnostico más claro y así tener una base para saber con certeza que tan grave es el problema.
Una persona con complejo de inferioridad es más propensa a desarrollar la enfermedad y manifiesta poca resistencia al alcohol pero no es una regla general.
Se han observado en pacientes alcohólicos tolerancia negativa y tolerancia positiva sin una relación causal aparente.
Los tratamientos contra el alcoholismo incluyen de desintoxicación realizados por instituciones médicas. Esto puede suponer la estancia del paciente durante un periodo indeterminado, bajo tutela en hospitales especializados donde puede que se utilicen determinados medicamentos para evitar el síndrome de abstinencia.
Igual y funciona también para que se abstengan de hacer el ridículo y decir estupideces.
Después del periodo de desintoxicación, puede someterse al paciente a diversos métodos de terapia de grupo o psicoterapia para tratar problemas psicológicos de fondo que hayan podido llevar al paciente a la dependencia.
Se puede asimismo apoyar el programa con terapias que inciten al paciente a repugnar el alcohol mediante fármacos como el disulfiram, que provoca fuertes y repentinas resacas siempre que se consuma alcohol.
Así bien, es claro que el gobierno del estado es un vehículo sin control, tripulado por algunos personajes ebrios de poder.
¿Dónde irán a frenar su loca carrera? es algo que prefiero ver sentado.
Por lo pronto brindemos por aquellos que cargan sobre sus espaldas la dura tarea de administrar el estado. Digamos salud por los alcohólicos anónimos arrepentidos porque de ellos será el reino de los cielos y de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno.
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